La ganadería argentina aporta más de 5.000 millones de dólares en divisas provenientes mayoritariamente del sector bovino. Aunque esta cadena no exporta grandes volúmenes de carne, puede ofrecer productos de excelente calidad a mercados valiosos preocupados por reducir el impacto de la ganadería en el ambiente.
En ese sentido, la Argentina tiene el desafío de impulsar el crecimiento del sector para posicionarse en estos mercados que demandan carne de calidad con menor emisión de gases de efecto invernadero. En esa búsqueda, el INTA instaló la primera central patagónica que permite detectar los índices de conversión de alimento en kilogramos de carne de cada animal. Una herramienta eficiente desde el punto de vista económico, sostenible y clave para el mejoramiento genético de las cabañas de reproductores de la región patagónica.
Mauricio Álvarez –coordinador del programa Carne y Fibras Animales del INTA– destacó: “Si Argentina quiere posicionarse en esos mercados tiene una meta irrenunciable que es aumentar su productividad de manera sostenible y, además, acreditarlo. Para ello, el INTA junto al sector privado primario e industrial viene desarrollando una serie de acciones para anticipar ese escenario”.
Y agregó: “Una de ellas es la creación de una plataforma nacional orientada a mejorar genéticamente la eficiencia de conversión del ganado. Ya contamos con cuatro centrales en las principales regiones productoras del país, y ahora sumamos la primera instalada en la Patagonia”.
El consumo residual es una medida de eficiencia de conversión de los animales. Es decir, que el consumo residual es la diferencia entre el consumo observado y el consumo que debería tener un animal para determinado nivel de producción. Los animales que comen menos y ganan más peso son los más eficientes.
Al respecto, Álvarez remarcó que “un aspecto muy positivo a destacar es que esta característica tiene una heredabilidad que permite un progreso genético relevante, lo que hace viable su incorporación en programas de mejoramiento genético”.
Seleccionar animales más eficientes, reduce a largo plazo el costo de alimentación e incluso esos animales podrían desempeñarse mejor ante situaciones de restricciones nutricionales. Asimismo, esto permite acreditar que estos animales emiten menos metano por unidad de producto mitigando la emisión de gases de efecto invernadero.
La nueva central ubicada en la ciudad de Viedma –Río Negro– tiene una relevancia particular porque la región presenta un estatus sanitario diferencial, ya que se trata de una zona libre de aftosa sin vacunación.
“Esto implica que puede exportar carne al circuito no aftósico, pero no es posible ingresar animales en pie desde otras regiones. En consecuencia, el mejoramiento genético de los rodeos comerciales depende de las cabañas de la región. Esta Central permitirá que las mismas puedan incorporarse a esta red nacional de mejoramiento genético de eficiencia de conversión”, señaló Alvarez.
De la inauguración de la Central, participó el secretario de Ganadería de Río Negro, Tabaré Bassi, quién destacó el resultado del trabajo conjunto con asociaciones técnicas, productores y los gobiernos.
“Estamos convencidos de que este es el camino. Y que el diseño de políticas públicas y los desarrollos de los organismos científicos deben estar dirigidos a lo que el sector necesita de otra manera no dará sus frutos. La inauguración de esta Central es un ejemplo porque es algo que estaban esperando los productores de Rio Negro”, remarcó Bassi.
Es importante destacar que el crecimiento de la red, a la cual se le suman otras centrales particulares, forma parte de un proceso de innovación público-privado que lleva años de ejecución. Comprende el desarrollo de los equipos de medición por parte de una empresa nacional de base tecnológica y el desarrollo de convenios con las asociaciones de criadores, para incorporar la evaluación del consumo residual a los programas de mejoramiento genético.
En este sentido, Alfonso Bustillo –presidente de la Asociación Argentina de Angus– reflexionó: “Este proyecto era necesario para seguir trabajando en la selección genética de nuestros animales con nuevas variables y nuevos Deps -diferencias esperadas en la progenie- como es el de la eficiencia de conversión. Es muy importante para el desarrollo de nuestra ganadería trabajar cada vez más en la información genética y conocer lo que los animales trasmiten a su descendencia. Es el único camino para mejorar”.
Tecnología para una ganadería de precisión
La Central de Consumo Residual es un módulo experimental que se está ejecutando con los equipos del INTA Valle Inferior y el Programa Nacional de Fibras y Carnes del INTA. Cuenta con 12 comederos automáticos equipados con lectores de caravanas que registran de manera individual el consumo de alimento.
Juan José Gallego –profesional del INTA Valle Inferior– explicó que “se mide de manera exacta el consumo real de cada animal y a partir de ese dato se estima el consumo individual y la eficiencia de conversión que tiene cada uno de los animales. Es decir, podemos conocer cuáles son los animales que necesitan consumir menos alimento para generar 1 kilogramo de carne”.
“Esta central está orientada a las demandas y necesidades de los productores ganaderos y se vincula con las cabañas de las razas Angus y Hereford en la región para brindarles información que pueda ser utilizada en los programas de mejoramiento genético de sus rodeos”, manifestó Gallego.
Su inauguración se realizó durante la primera jura fenotípica de la séptima Prueba Productiva de Toros Patagónicos, ejecutada por el INTA y las asociaciones de criadores de Angus y Hereford.