El clima y el manejo explican hasta el 60% de la brecha de rendimiento

Un equipo internacional de investigación -integrado por especialistas del INTA y de universidades de la Argentina y de Australia- analizó los factores agronómicos y ambientales que revelan la variación en la brecha de rendimiento y productividad del agua en soja en la región pampeana. A partir de esta información clave, identificaron cuáles son las prácticas recomendadas para mejorar la productividad del cultivo: nutrición, fungicidas, fecha de siembra y grupo de madurez, entre los factores clave.

La brecha de rendimiento de la soja, entendida como la diferencia entre el rendimiento potencial limitado por el agua y el real en los lotes, plantea un desafío para los productores. Especialistas del INTA, de las Universidades de Entre Ríos, de Córdoba y Adelaide de Australia analizaron e identificaron cuáles son los factores agronómicos y ambientales que explican la variación en la brecha de rendimiento y en la productividad del agua en soja en una parte de la región pampeana.

De acuerdo con Horacio Videla Mensegue -especialista del INTA Marcos Juárez, Córdoba-, “la brecha de rendimiento fue del 32 % del alcanzable. Los factores agronómicos, que incluyen la fertilización con fósforo, aplicación de fungicidas, fecha de siembra, el grupo de madurez y la densidad de plantas explican colectivamente el 60 % de la variación en la brecha de rendimiento”.

Por su parte -agregó- los factores ambientales explican el 40 % de la variación de la brecha de productividad del agua. “La región y la presencia de la napa freática son los factores más importantes”, detalló.

En este sentido, el investigador de Córdoba especificó que “los factores agronómicos explicaron la mayor parte de la brecha de rendimiento y gran parte de la brecha de productividad del agua, lo que indica vías de acceso para mejorar”. Y agregó que, “tanto las brechas de rendimiento como de productividad del agua mostraron interacciones entre la fase ENSO y la aplicación de fungicidas, fecha de siembra, y grupo de madurez que sugieren oportunidades para utilizar pronósticos meteorológicos para guiar las decisiones de manejo de cultivos”.

A su vez, Videla Mensegue explicó que entre los resultados obtenidos se observó que “la presencia de la napa freática redujo la brecha de rendimiento 14 % (260 kg ha1), así como también la fertilización”. Además, la aplicación de fungicidas también redujo la brecha en 14 % (400 kg ha1).

Otros resultados que se obtuvieron del estudio señalan que “la brecha en la productividad del agua fue un 13 % menor en cultivos sembrados con presencia de napa freática”. Además, durante el fenómeno climático El Niño, la brecha de rendimiento se redujo en un 42 % en comparación con las fases La Niña y Neutral.

Y explicó: “En las fases La Niña o Neutral, las brechas de rendimiento fueron mayores en las fechas de siembras intermedias (20-oct y 10-nov) que en fechas de siembra más tardías. En la fase El Niño, la brecha de rendimiento fue un 41 % mayor (740 kg ha-1) en cultivos sembrados temprano (10 de octubre a 20 de octubre) en comparación con cultivos sembrados más tarde”.

 

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